lunes, 28 de agosto de 2017

Lunes, 28 de agosto, 19:06h

Es el mejor momento de la noche, es una noche fría y sin 
embargo en la habitación hace calor.
Sudan los cuerpos, hay jadeos. miradas que se pierden entre 
ojos semiabiertos, miradas sospechosas, agradecidas.
Una sonrisa, dos.

A tu lado hay una almohada la cual no ha sido usada, sin
embargo en la cama hay dos cuerpos, no hay silencio, pero tampoco
hay palabras.
Una sonrisa, dos.
Una carcajada, otra más.

¿No es verdad que es diferente cuando terminas y te tiemblan
las piernas? Lo es.
Tiemblan de gusto, por el esfuerzo o los nervios, pero tiemblan
y eso lo hace único, memorable y ampliamente repetible.


Lo hacen por que encontraron un motivo, una razón, esa que se pierde
entre prolongados suspiros.
"Te quiero" me dijiste, "y yo a ti" contesté.
Dos sonrisas en perfecta armonía.

Escuchar con los sentidos. Mira como se eriza la piel de puro placer.
Mira esa gota de sudor que cae y cae. Escucha con las manos y los oídos,
oye como cambia la respiración, como lo hace el latir de un corazón
en un pecho que se queda estrecho. 

Seguro quiere más. Mirar, tocar, besar, morder, volver a besar,
no detenerse. ¿Guardarse algo? ¿Para qué?
La almohada sigue desocupada al lado nuestro, el abrazo se 
prolonga... se alarga entre sonrisas...
Una, dos. Nuestras.

No queremos separarnos, hace calor, seguro vamos a bañarnos...
en un rato.
Quiero seguir disfrutando de ti.


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